No tenían
muchas cosas en común sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían
y mucho menos la estatura, casi nunca pensaban igual, tenían ideas muy
diferentes, ella era dueña de si misma y el un inseguro, la vida les sonreía (
una de las pocas cosas que podían compartir) y bueno sus manos parecían haber
sido hechas como piezas exactas para encajar, una con otra, y así les devolvían
la sonrisa a la vida, con los dedos entrelazados y mirando en la misma dirección
como quien espera mas de lo que tiene..
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