Ya era noche, el cansancio estaba a punto de vencerme cuando apareció.
Tal vez lo había pensado tanto, tal vez su psique me había buscado y yo acudía
a ese llamado. Tal vez las pláticas por fin
surtían efecto, tal vez de a poco el cansancio había huido y en su lugar llego
el deseo, encontrado refugio en la materia, conmutando mi corazón, reformando
mis latidos, haciendo ver el universo mismo tan chiquito. Apareció entonces la
muerte en todo su esplendor, poderosa, llena de colores y vibraciones, un mundo
de sensaciones que él mismo propicio. Nos quisimos toda la noche y el
amor se mezclaba con el sueño y con los sueños. Después de todo…. al desearme “Buenas Noches”, me había
regalado motivos suficientes para soñarlo y por qué no, hasta de hacerlo dueño
de este escrito. -Marlet-
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