El seguía sin prestar atención a lo que yo le decía, de
repente entendí aquel silencio ¿ de que podía
hablar con una mujer que nunca se había aventurado por el mundo? Que interés podía
tener estar a lado de alguien que temía
a lo desconocido? ¿Que prefería un
empleo seguro y un matrimonio convencional? Yo- Pobre de mi! – Hablaba de los mismo
amigos de la infancia de los mismos recuerdos
polvorientos de un pueblo
insignificante –era mi único tema- Yo podía ser de provincia, sin grandes
historias que contar, sin el brillo y la presencia de las mujeres de ciudad. Pero
la vida de provincia, aunque no haga a la mujer mas elegante o mejor preparada
le enseña a escuchar su corazón a entender sus instintos – para mi sorpresa, el
instinto me decía que el estaba siendo sincero- (La dama del amanecer)
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