Sobre los pasos...
Las
palabras se aferraron a su lengua, anudándola, volviéndola más pesada.
Decidieron silenciarle, para evitar desgracias, para evitar partidas y
lágrimas.
Pero, ¿qué hay de lo que tenía que decir? “Mételo en un
sobre y guárdalo bajo tu cama” le dijeron alguna vez. Y obedeció, porque
le habían enseñado a obedecer; obedeció por un tiempo, hasta que se dio
cuenta de que su cama se separaba del suelo, pues bajo ella había miles
de sobres, palabras y frases que pedían a gritos salir de allí. Se armó
de valor, y con café en mano, se sentó junto a la cama y comenzó a
abrir los sobres, a mencionar las palabras, que formaban frases, que
sonaban como quejas, como risas, como llantos y sabían a fresa, a menta y
a durazno…
Cada que decía lo que pensaba volvía a ella el
aroma de la victoria, ese sabor dulce que le daba la libertad. Se sentía
de cuerpo ligero y se disponía a bailar.
- Malaci
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