jueves, agosto 01, 2013

Somos dos sin dejar de ser uno



Todos los días un fragmento de nosotros llega a morir, perdemos rastros de piel, pestañas caídas, se desprende la dermis seca en los labios, a diario nos oxidamos, bajo el estrés, el sol y el ambiente que nos rodea, nos desgastamos como maquinarias, pasamos la vida sin saber nada de la muerte, pues tenemos las causas pero jamás contaremos la experiencia. 
Contamos con dos pies, dos manos y dos ojos, caminamos con dos piernas y nos sostienen dos rodillas, pensamos con dos hemisferios y las palabras salen de nosotros en dos labios, en resumen, tenemos un cuerpo que se rige bajo los números pares, pero sólo tenemos un sentimiento y un corazón, sólo somos una persona y sólo tenemos una vida. Que muchas veces nos hacemos sentir como si ni siquiera pudiéramos tener eso, nos hacemos vacíos y solitarios.
Pero llega un momento, sin precisión ni el orden, en el que llega una sola persona, que con una sola acción, mueve nuestras reacciones. Llega y cambia el mundo que tenemos a los ojos, nos hace caminar por caminos diferentes y abre nuestras manos a sentir con el tacto nuevas texturas, suavidades y latidos. Nos hace degustar una perspectiva diferente y nos enseña a que los pasados nos hacen llegar a lo que ahora somos.
Se convierte en alguien de una forma tan especial y considerable que, pasamos a compartir una vida, gustos, parcialidades y realidades, momentos difíciles y adversidades, caídas y despertares. Aprendemos a compartir y también a liberarnos, sin temor a hundirse ni caer en territorios rígidos.
Ahora juntos tenemos dos sentimientos aunados, dos corazones latiendo, palpitando, en ritmos diferentes pero con la misma dirección a diario.
A diario va pereciendo un pedacito de nosotros, pero, cuando tienes a esa persona que consideras de una gran forma y la aprecias como a ninguna, ésos fragmentos que se han ido, reviven, reaparecen, renacen, cada proceso de regeneración es único cuando se están juntos.
Nos provocamos la vida y también las muertes chiquitas, respiramos y lo dejamos de hacer, nos movemos y nos quedamos inertes, se nos hace temprano, se nos hace tarde, se nos pasa el día, la semana, el mes. Nos revelamos a veces y en otras nos adaptamos. Nos hacemos tan pequeños y conforme pasa el tiempo, envejecemos. Juntos.
Quizás el cuerpo esté en un regimiento de números pares, pero cuando somos juntos, hacemos una diferencia a diario, somos dos sin dejar de ser uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario