no se puede extrañar lo que nunca se ha tenido
Algunas
tardes ebria de insomnios me daba por caminar a la orilla del mar y
filosofar sobre su paradero, mis pensamientos rebotando de un lado para
otro formando círculos incoherentes por lo tanto no había posibilidad de
que uno se estancase, a ratos crujía los dedos de ansiedad hasta
esperar la noche para cuando la luna surcaba el cielo mi mente se
encontraba agotada y con la piel fría, soltaba un suspiro parecido a un
te extraño o algo similar pero claro era una locura “no se puede
extrañar lo que nunca se ha tenido”
(La dama del amanecer)
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